Siempre he tenido muy claro este recuerdo de recibir la hoja de permiso que tenían que firmar mis papás cuando nos llevaban de excursión en la escuela. Recuerdo que siempre leía una y otra vez la hoja y me emocionaba saber que íbamos a salir y explorar alguna parte de la ciudad. Es una emoción de descubrir cosas nuevas, de aprender, explorar y ver cosas nuevas. Supongo que ese sentimiento evolucionó a una fascinación por viajar y ahora conocer el mundo y todo lo que tiene que ofrecer.
Conforme pasa el tiempo, cada vez más entiendo que todas estas excursiones y viajes te ayudan a conocerte de diferentes formas. Desde la manera en la que te comunicas con otra gente en un idioma diferente. Si vas en grupo, conoces otra parte de esas personas. Ves partes del mundo que te mueven unas más que otras, muchas veces sin saber porqué. Todo está información la vas recibiendo, una de manera más consciente, pero la vas almacenando en tu memoria.
Además de eso, hay souvenirs, fotos, vídeos y muchas otras cosas que te ayudan a mantener estos recuerdos. Toda esta información la vamos almacenando en álbumes de fotos (para los que somos del siglo pasado), computadoras, smartphones y redes sociales. Obviamente, estamos encaminados a almacenar todo de manera digital. Nuestros celulares se han convertido en nuestra biblioteca personal a la cual podemos acceder en el momento que queramos y revivir esos momentos mágicos en una montaña llena de nieve en el norte de Italia o recibiendo los primeros rayos del día parada en el Trópico de Cáncer en un pequeño museo entre Los Cabos y La Paz. Y todo esto con ver una sola foto. Y todos esos momentos reducidos en giga bites en la palma de nuestra mano.
Una de mis excursiones en la vida, aunque fue por mi cuenta, me llevó a la biblioteca Vasconcelos. No recuerdo nada de la parte de afuera, ni siquiera me acuerdo cómo entré o por dónde. Más que una imagen, tengo la sensación presente de cuando te quedas sin aire, de cuando lo que tienes enfrente de ti es tan majestuoso y overwhealming que no hay palabras para describirlo. La enormidad del lugar hace que te sientas como que tomaste una botellita del cuento de Alicia en el país de las maravillas y te encogiste.
Tratar de dimensionar la cantidad de información, ideas, palabras, hojas y libros es abrumadora. Te pone a pensar cuántos de esos libros he leído, todo lo que puedes conocer y todo lo que ni te imaginas que está almacenado ahí. Y entonces entiendes que es un espacio con cierta energía y que necesita muchos metros cuadrados para albergar toda esa información. Y entonces viene la pregunta, ¿qué tanto espacio podría ocupar toda la información que yo tengo? ¿Todo lo aprendido en la escuela, en la vida, qué tanto espacio puede ocupar? ¿Cómo sería ese espacio? ¿Dónde estaría? Y a todo esto, ¿Porqué sería importante tener mi propia biblioteca?
Entonces lo pensé... ¿y si en vez de irme al otro lado del mundo, mi siguiente viaje lo hago hacia dentro de mi? ¿porqué irme al fin del mundo a encontrarme si me tengo todos los días a mi lado? Con eso en mente, me dispuse a planear mi siguiente viaje, pero cómo planear exactamente eso... ¿Por dónde empiezo?¿Con qué herramientas cuento?¿Qué pasos puedo seguir? Y como siempre, la respuesta llegó. No le hice caso las primeras mil ocho mil veces, porque VIVE LA RESISTANCE, pero cuando por fin estuve lista para alinearme y abrirme al mensaje, ahí estaba esperándome en forma de dos palabras: Registros Akáshicos.
Say what? Sí, sí, yo dije lo mismo. Y me tomó un tiempo entender, procesar y ver qué era lo que estas dos palabras iban a venir a cambiar en mi vida. Y todos los días me agradezco haber tomado esa ruta de viaje.
Los registros Akáshicos los podemos ver como nuestra biblioteca personal que contiene la información de nuestra alma. Pero hay que irnos a lo grande, no sólo vamos a encontrar la información de cuándo y dónde nací en esta vida y planeta. Va a contener la información del instante uno en el que mi alma se creó y todas las decisiones, pensamientos y emociones que se han hecho hasta este instante. Imaginen esa biblioteca... ¿increíble no? Pero, ¿cómo acceder a esta biblioteca sino sé a dónde ir? Una vez dejemos que nuestra maravillosa tecnología nos ayude a explicar esto.
Piensen que somos smartphones, que tenemos un sistema interno que tiene muchos componentes y además tenemos los accesorios como el cargador para conectarnos a nuestra fuente y recargarnos. Y entre las aplicaciones que tenemos, encontramos las redes sociales. El Akasha, va a representar el Internet. Es una energía, el éter que da origen a todas las cosas y dónde toda esta información se va almacenando, pero no sólo la mía. Está la información de ustedes, de sus vecinos, de sus casas, colonias, países, planetas y hasta galaxias. Y así como el Internet, no lo podemos ver pero la señal está a nuestro alrededor. Y podemos acceder a ella estemos donde estemos. Esta energía nos ayuda a poder acceder a nuestra red social y es como si hubiésemos creado nuestro perfil pero no nos acordamos de la información que le pusimos.
Y la importancia de todo esto, es poder leer y recordar toda esta información que tenemos. En dónde nací, dónde he vivido, cuántos años tiene mi alma, en qué escuelas he estudiado, mis costumbres, tradiciones, mis fortalezas y toda una serie de configuraciones que lleva mi alma.
Y lo increíble de leer toda esta información, es entender tu esencia, de qué manera estás configurado, con qué te sientes más cómodo, con qué trabajas mejor y dónde debo de prestar más atención. Es entender el porqué de mis decisiones, de saber que no sólo es algo que decidí hoy y ya, sino que tengo toda esta serie de decisiones detrás de mi. Es entender y revisar qué programaciones puedo tener sobre la vida, porqué estoy tan enganchado con una persona o varias. Pero sobre todo, es sanar toda esta información que hoy en mi vida necesito cambiar.
Es sanar estas viejas heridas que ya no me permiten avanzar, es soltar esas cadenas, contratos y promesas para buscar un bien mayor. Es maravillarse con su propia biblioteca pero sobretodo amar todo lo que está registrado ahí. No hay nada más amoroso que entender la ruta que hasta ahora hemos tomado y cómo, con todos los aprendizajes que hemos tenido, mejorar y alinearnos en la aventura perfecta para nosotros.
Hoy más que nunca, quiero invitarlos a abrirse a esta experiencia, a reconocerse desde otro punto y a echarse un clavado en ustedes mismos. A profundizar en su propia alma y desde esa energía tan amorosa, reencontrarse a su mejor compañero de viaje: su Yo interior.
Estef. O
Wow qué bonito viaje. Mientras te iba leyendo comencé a recordar detalles de casi toda mi vida.. mi niñez, mi adolescencia, mi primer novio, mi primer día de clases, mi familia y amigos; pero principalmente lo que sentí en cada momento: amor, amistad, sorpresa, diversión, tristezas ... TODOOO. Recuerdo que después de "entender" lo que es meditar comencé a poner pequeños mundos dentro de mí (algo así como, ¿recuerdan las islas de la niña en la película de Intensamente? Algo así) Y cada que me siento confusa o triste cierro los ojos y voy a esos lugares a vacacionar y recordar nuevamente que en mí siempre hay lugares dónde ser FELIZ :) . Gracias! lo haré más seguido
Y así mi biblioteca!
Vaya viaje interno, recuerdo haber llorado de la emoción, conmovida y sorprendida. Lo mejor algo dentro de mí me entendió mejor!